lunes, 2 de junio de 2008

Hoy No Hay Misa de 19:30

Juan se puso un cabarute
sobre Av. Perón, un linda esquina
lo montó todo con el mejor estilo cabaretero
una barra negra pegoteada, lucecitas de navidad
¡la fonola con cachacas y vallenatos.
Estallo el barrio!
Después de las 7 se juntan todos ahí,
el verdulero charla conmigo y vemos como el padrecito Claudio
baila una de Juan Luís guerra con una colombiana.
Hoy no va a haber misa de siete y media;
Están enamorados por treinta pesos, tomando un branca menta
Cada noche viene más gente
Cada noche se pone mejor
Juan compró la casa de al lado, agrandó el cabarute
Más minas, más lucecitas de navidad
Y ya son todos los hombres del barrio los que acuden
Por las noches las mujeres se quedan solas
Y en la calle solo andan las ratis veinteañeras de la policía dos.
La iglesia solo funciona de once a cinco
Juan se hizo millonario, se lleva el sueldo del barrio
se casó con la colombiana
ya no la hace laburar más
ahora tiene madama
Compró la manzana y al cabarute viene gente de todo Buenos Aires
Las chicas ya no cobran
Son todos una familia de lazos sauneros
unida de seis de la tarde a seis de la mañana
Cada vez más joda en el barrio
menos laburo
menos sueño
Un domingo a las tres de la tarde Juan salió de la cama
tenía una resaca infernal
La colombiana no estaba a su lado
la llamó, la buscó por la casa,
ni señales de la negra
La chicas tampoco estaban en sus habitaciones,
buscó en todo el cabaret y no había nadie
Hizo 17 llamadas en calzoncillos, desde la barra
Llena de vasos volcados.
Ningún numero contestó
No podía salir a la calle, su cabeza tenía precio,
se lo habían puesto todas las mujeres engañadas del barrio.
A las siete abrió
No llego nadie
Salió a la vereda y la calle estaba vacía.
Fumó 11 cigarrillos, hizo mas llamadas,
Se emborracho escuchando a Leo Mattioli, atrás de la barra,
comprendió todo:
Los hombres del barrio se habían fugado de sus casas
con sus chicas, ¡sus putas!
¿y la colombiana?
La respuesta le llego al día siguiente,
cuando despertó atrás de la barra a las 9
y no sonó la campana de la iglesia.
Su colombiana se fue con el padrecito claudio
a quien nunca le cobró.
El cambió su cristo de madera por una mujer de tetas grandes.
Ella cambió su palacio de lamparitas rojas
por su cura cabaretero.
Juan cerró la puerta del puterío para siempre
y se quedó adentro, encerrado,
Dispuesto a ahogarse en Gancia con soda
Leo Mattioli y rastros a desodorante Impulse

1 comentario:

juan dijo...

porque siempre los putañeros y traicionados se llamaran juan, aguante amigo, este sabado hacelos mierda con tu poesia...